29/4/10

¿DE QUE ERES CAPAZ?

Había una vez un rey muy caprichoso que tenia una hija muy hermosa y buena. Quería casarla, aunque puso una condición algo absurda. Estableció que seria elegido aquel hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que desde hace un tiempo estaba posado en una rama. -Y nadie, absolutamente nadie hasta el presente había logrado hacerlo.-

Una cantidad de personajes aparecieron en el palacio y con distintas mañas intentaron que el pájaro volara, sin embargo ninguno lo consiguió.

Cuentan que una mañana el rey se levanto y vio volando al halcón por su jardín.

Su hija ya tenia pretendiente y cuando lo mandó llamar le pregunto como había hecho semejante milagro. Cuando estuvo frente al campesino le dijo: ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Como lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?

Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explico:"No fue difícil, Su Alteza: solo corté la rama., entonces el halcón se dio cuenta que tenía alas y simplemente se largó a volar"

19/4/10

LAS RANITAS EN LA NATA

Si eres de los que perseveran me alegro, sino quizás este cuento te ayude a reflexionar ...

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.

Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían; era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.

Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril".

Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo: "¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar has mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora".

Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante hora y horas.

Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.

Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.